A menudo, cuando tengo en mente algo que me preocupa, me hago una pregunta simple:
«¿Qué pierdo si decido preocuparme?»
Las preocupaciones consumen nuestras energías y nuestro tiempo por un período a menudo indefinido, aprisionándonos en un limbo del cual luchamos para liberarnos. Aunque cuando estamos envueltos en este estado mental nos sentimos obligados a vivir a toda costa la emoción del miedo, también debemos recordar que cuidarnos a nosotros/as es más útil que preocuparse.
Entonces, la pregunta que formulo me ayuda a reflexionar sobre este punto y a darme cuenta de que estar enfadado/a no me permite ver más posibilidades, a menos que la ira no se convierta en arrepentimiento, o en una emoción menos irracional, dejando espacio para más lucidez y serenidad.
Cuando me siento demasiado preocupado/a o vivo demasiada emoción, una forma de volver a la realidad es cuestionar el costo que tendrán estas emociones sobre mi ajuste y crecimiento personal y si estoy dispuesto/a a apoyarlo o no.
Psicólogo Te Motivan
Carlos Casaleiz
Muy bueno y cierto, gracias
Gracias por tu comentario